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martes, 15 de junio de 2010

Relatos y vivencias de la Regata del Bicentenario


Por Eduardo Olmos (*)
Especial para lanacion.com
eolmos@fibertel.com.a

Después de haber permanecido casi cuatro días amarrados a los muelles de Santo Domingo en República Dominicana, y ser admirados y visitados por miles de personas, la flota zarpó hacia el destino final del histórico "Encuentro y Regata del Bicentenario" organizado por las Armadas de la Argentina y Chile: Veracruz-México. Lo hizo con una magnífica Revista Naval y fue el Simón Bolívar el encargado de rendir los honores a la plaza, lanzando cañonazos de salva.Los navíos dejaron tras su estela la Isla de Santo Domingo, aquella que fuera bautizada por Cristóbal Colón como "La Española" el 5 de diciembre de 1492 y en la que, unos días después, el 25 de diciembre, encallara contra sus arrecifes la "Santa María" y con sus restos se construyera el primer asentamiento español en estas tierras: El fuerte de la Natividad o Navidad. En 1496, Bartolomé Colón, hermano del "Almirante de la Mar Océana", funda en "La Española" la ciudad de Santo Domingo, que constituye la población más antigua establecida por europeos en tierras de América.Cuatro años antes de su fundación, el 12 de octubre de 1492, horas después de la medianoche desde "La Pinta", Rodrigo de Triana lanzaba su memorable grito "tierra a la vista" y así desembarcaban en la isla Guanahaní, hoy San Salvador (Bahamas), creyendo que llegaban a tierras de oriente.

Comenzaba uno de los acontecimientos más trascendentes en la historia universal: el encuentro de culturas de dos continentes, que se habían desarrollado con independencia unas de la otra, ignorando recíprocamente su existencia. Las consecuencias de aquel encuentro modificaron definitivamente, culturas, vidas y costumbres y sus secuelas aún hoy perduran, dando lugar y fundamento a innumerables posiciones antagónicas.

Han transcurrido 518 años, las circunstancias y el mundo se fueron transformando. Todo ha cambiado irreversiblemente y es así como pudimos ver a una flota de "buques escuela" de once naciones de América y Europa navegar a vela las mismas aguas bajo el alegórico lema "con los mismos vientos de libertad 1810-2010", demostrando que existen nuevas e imaginativas formas de confraternidad.

Nos enseña, además, que con trabajo y buena voluntad es posible imaginar una aventura tan colosal e histórica como la que estamos viviendo. Que es posible organizarla y llevarla a cabo y nos deja abierta la agenda para pensar en innumerables motivos, ocasiones y emprendimientos que tengan como finalidad fortalecer los vínculos fraternos entre los países de Latinoamérica y el mundo. Velas Sudamérica 2010 nos ha demostrado que esto es posible y la apoteótica culminación del periplo en Veracruz, nos confirmará que el camino elegido es el correcto.

Mientras tanto, nuestra Fragata Libertad se encuentra arribando a Fortaleza-Brasil, pero sus 324 tripulantes ya no notarán la nostálgica sensación de soledad que les dejó aquella despedida del 2 de junio en altamar, cuando debieron decirle adiós a la flota que los acompañaba. Y no lo sentirán porque se ha incorporado a la tripulación, con más fuerza que nunca, el espíritu de toda la nación que los acompaña en el regreso a la patria, reza por ellos y les desea buenos vientos y buena mar.

Que los diez músicos que integran la "banda de abordo" de la Fragata Libertad tengan la seguridad que, cuando estén arribando a Buenos Aires, los sonidos de sus instrumentos se escucharán multiplicados y cientos de voces les harán coro desde tierra. Les darán así, a ellos y a toda la tripulación, el recibimiento y reconocimiento que tanto merecen por todo lo que han brindado durante estos cuatro meses, guiando y acompañando a la flota internacional más fantástica y simbólica que haya navegado jamás alrededor de América del Sur.

(*) El autor es navegante, socio del Yacht Club Argentino y miembro de la Asociación de Amigos de la Fragata Libertad.

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