Una tarde de verano de 1851, sobre las ocho horas aparece entre la bruma del Solent la silueta fantasmagórica de una goleta, entre la Isla de Wight y la costa inglesa, adelantando la proa de un navío de la armada británica. La Reina Victoria escudriña el horizonte con atención. La goleta que acaba de vencer a lo más selecto de la marina real se llama «América». La Reina, frustrada, pregunta por el segundo: «Majestad, no hay segundo» le responden.
Estas palabras resumen por sí solas el espíritu de la Copa América: el primero gana, los demás participan.Aquel día de 1851, el «América», representando al New York Yacht Club, desafía al viejo mundo y a la mejor armada, llevándose la Jarra de las Cien Guineas del Royal Yacht Squadron.Desde aquel momento, la Copa dejó de ser una competición a vela y pasó a convertirse en todo un símbolo del triunfo del nuevo mundo sobre el imperio británico, potencia de la época y dejando en evidencia el imperialismo de la marina británica sobre el resto del mundo. El trofeo pone rumbo a la nueva democracia americana, donde habrá que esperar más de un siglo antes de que abandone Nueva York.
Tras esta victoria, John Stevens, entonces Presidente del New York Yacht Club y su tripulación, venden la «América» a un irlandés y vuelven a casa, donde se les recibe como héroes. Donan la Copa al New York Yacht Club, acompañada del «Deed of Gift», texto que rige la competición actual y que establece que la Copa se disputará como «una competición amistosa entre naciones», como un trofeo de desafío a perpetuidad que poseerá el que gane hasta la siguiente edición y donde las embarcaciones de cualquier país podrán retar al Defender.
Así nace la Copa América, que lleva el nombre de la goleta victoriosa. Es el trofeo deportivo más difícil de ganar. Tras esta primera confrontación en aguas del Solent, solamente tres naciones además de Estados Unidos han conseguido ganarla. Es también el trofeo más antiguo del mundo que se conoce, si se tiene en cuenta que ha habido nueve ediciones de la Copa América antes de los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, (Atenas en 1896).
Uno de sus principios es que el Club de Yates que se lleve la Copa, establecerá las reglas y la organización de la competición. De este modo se convierte en una proeza para un club desafiante amenazar al Defensor. Durante 132 años, quitarle la Copa a Estados Unidos ha sido una misión imposible.Durante los primeros años de su existencia, la Copa América tuvo altibajos, así como largas interrupciones durante las dos guerras mundiales. El primer desafío que se hizo fue inglés, encabezado por James Ashbury, que se enfrenta a la flota del New York Yacht Club en 1870, en un campo de regatas fondeado delante de Staten Island (Nueva York).
Tras muchas discusiones sobre las condiciones de navegación, el «Cambria», desafío inglés, termina décimo de una flota de 17 barcos, y se compromete a presentar un desafío al año siguiente. Las batallas jurídicas que salpican la edición de 1871 fueron una premonición de lo que sería la Copa América durante los 100 años siguientes. Tras consultar con sus abogados, Ashbury insistió en poder correr contra un solo barco, y no contra una flota entera, cuestionando el sistema de compensación y la integridad del Comité de Regatas. Finalmente se vuelve furioso a Inglaterra, quejándose de la falta de deportividad de los americanos y afirmando que deberían haber ganado ellos la copa.
Estas palabras resumen por sí solas el espíritu de la Copa América: el primero gana, los demás participan.Aquel día de 1851, el «América», representando al New York Yacht Club, desafía al viejo mundo y a la mejor armada, llevándose la Jarra de las Cien Guineas del Royal Yacht Squadron.Desde aquel momento, la Copa dejó de ser una competición a vela y pasó a convertirse en todo un símbolo del triunfo del nuevo mundo sobre el imperio británico, potencia de la época y dejando en evidencia el imperialismo de la marina británica sobre el resto del mundo. El trofeo pone rumbo a la nueva democracia americana, donde habrá que esperar más de un siglo antes de que abandone Nueva York.
Tras esta victoria, John Stevens, entonces Presidente del New York Yacht Club y su tripulación, venden la «América» a un irlandés y vuelven a casa, donde se les recibe como héroes. Donan la Copa al New York Yacht Club, acompañada del «Deed of Gift», texto que rige la competición actual y que establece que la Copa se disputará como «una competición amistosa entre naciones», como un trofeo de desafío a perpetuidad que poseerá el que gane hasta la siguiente edición y donde las embarcaciones de cualquier país podrán retar al Defender.
Así nace la Copa América, que lleva el nombre de la goleta victoriosa. Es el trofeo deportivo más difícil de ganar. Tras esta primera confrontación en aguas del Solent, solamente tres naciones además de Estados Unidos han conseguido ganarla. Es también el trofeo más antiguo del mundo que se conoce, si se tiene en cuenta que ha habido nueve ediciones de la Copa América antes de los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, (Atenas en 1896).
Uno de sus principios es que el Club de Yates que se lleve la Copa, establecerá las reglas y la organización de la competición. De este modo se convierte en una proeza para un club desafiante amenazar al Defensor. Durante 132 años, quitarle la Copa a Estados Unidos ha sido una misión imposible.Durante los primeros años de su existencia, la Copa América tuvo altibajos, así como largas interrupciones durante las dos guerras mundiales. El primer desafío que se hizo fue inglés, encabezado por James Ashbury, que se enfrenta a la flota del New York Yacht Club en 1870, en un campo de regatas fondeado delante de Staten Island (Nueva York).
Tras muchas discusiones sobre las condiciones de navegación, el «Cambria», desafío inglés, termina décimo de una flota de 17 barcos, y se compromete a presentar un desafío al año siguiente. Las batallas jurídicas que salpican la edición de 1871 fueron una premonición de lo que sería la Copa América durante los 100 años siguientes. Tras consultar con sus abogados, Ashbury insistió en poder correr contra un solo barco, y no contra una flota entera, cuestionando el sistema de compensación y la integridad del Comité de Regatas. Finalmente se vuelve furioso a Inglaterra, quejándose de la falta de deportividad de los americanos y afirmando que deberían haber ganado ellos la copa.


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